“Hace más de mil años, un hombre de negocios viajó a una ciudad lejana para negociar con sus mercancías. Al llegar al mercado se encontró con un objeto que no había visto jamás: un espejo. Ante la sorpresa que le causó aquel objeto, el hombre sintió una gran atracción y lo compró, puesto que al mirar de frente a él, creía reconocer la cara de su padre. Con el fin de conservar aquel tesoro lejos de la codicia de cualquiera, al llegar a su casa lo guardó en un baúl que tenía en el desván sin decir nada a su mujer. Así, cuando sentía nostalgia, subía al desván para ver a su “padre”. Pero la esposa, a pesar de los esfuerzos de su marido por ocultar el espejo, veía cómo cada vez que él bajaba del desván le cambiaba el ánimo, por lo que decidió espiarle. Pronto comprobó que en el cofre había algo que su marido miraba fijamente durante un largo tiempo... ¿Quiere saber cómo continúa el cuento?