Comparte con tu hermano Jesús lo que te han
contado tus padres acerca de tu nacimiento
y de tus primeros años de vida, y dile que
le entregas todo lo que surja desde tu interior.
* Nuestro Papá Dios conoce nuestra historia
mejor de lo que nosotros mismos podemos
recordarla. Pídele la gracia de poder mirar
tu vida con sus ojos de misericordia.
* Pídele también que te colme de su Espíritu
y que te ayude a volver sobre aquellas frases
o ideas de este capítulo que hayan movilizado
algún recuerdo de tu vida o que tengan sobre
ti un poder negativo tal que han llegado
a producir alguna forma de perturbación
emocional. Es posible que allí subyazcan
eventos traumáticos que ya están listos para ser
entregados a Dios, para ser tocados y sanados
por su Santo Espíritu.
* Puedes subrayar aquellas frases que en este
capítulo te han movilizado interiormente,
a fin de regresar sobre ellas todas las veces que
sea necesario; pero imagina siempre que José
y María te están llevando de la mano.
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* No pases al siguiente capítulo hasta
que percibas que has recibido la paz que
procede del Espíritu de Dios.
“Queridos hermanos y hermanas,
en este mundo, en esta humanidad
hoy ha nacido el Salvador, Cristo el Señor.
No pasemos de largo ante el Niño de Belén.
Dejemos que nuestro corazón se conmueva:
no tengamos miedo de esto.
No tengamos miedo de que nuestro
corazón se conmueva.
Tenemos necesidad de que nuestro
corazón se conmueva.
Dejémoslo que se inflame con
la ternura de Dios;
necesitamos sus caricias.
Las caricias de Dios no producen heridas:
las caricias de Dios nos dan paz y fuerza.
Tenemos necesidad de sus caricias.
El amor de Dios es grande;
a Él la gloria por los siglos”.
Papa Francisco
Mensaje Urbi et Orbi, 25 de diciembre