Al final de nuestra vida terrena no caemos en la muerte. Caemos en buenas manos, caemos manos de Dios, el que nos quiere más y mejor que una madre. “¿Puede una madre olvidarse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide yo no os olvidaré”. Caemos en buenas manos.
Comentario al Evangelio por fray Manuel
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/2-11-2024/