Hoy quiero dedicar este programa a la memoria de Paco de Lucía, en el momento en el que estoy escribiendo este guion se cumplen diez años desde la marcha del maestro. Alguien que encarna, sin dejar de ser uno de los grandes clásicos, el espíritu que baña la selección musical que traemos hoy. Flamenco mojao. Flamenco sacado al patio a que le de el aire, manchado y sucio de tierra y barro. La misma tierra que llevaban en las botas los que migran buscando hogar, ejerciendo la libertad de desobedecer a los déspotas de la tierra que les vio nacer. La bandera romaní, la bandera gitana, muestra una rueda sobre un campo de hierba verde y bajo el cielo azul. Es un símbolo de la historia del pueblo errante. Una de las principales raíces de las que surge el tronco del flamenco, junto con la música popular ibérica, los ritmos latinos derivados de la música que transportaron en su cuerpo los esclavos africanos y las escalas árabes de Al Andalus. El flamenco nace, ante todo, del movimiento y la mezcla. Cuentan David Graeber y David Wengrow en El amanecer de todo que una de las formas más antiguas, casi inherentes a las sociedades humanas, de ejercer la libertad es la libertad a irse a migrar y la libertad de no obedecer. Y que de hecho, las sociedades humanas, durante grandes periodos, a pesar de vivir en grandes comunidades en las ciudades, estacionalmente volvían a transformarse en sociedades forrajeadoras nómadas. El movimiento forma parte de nuestro ADN Esa es la mirada que trataré de sostener sobre los temas de flamenco que he reunido para este ratito de música en Milésimas de Sonido. Ese es el flamenco mojao al que me refería unas lineas antes. Un flamenco que, sin dejar de mirar a sus raíces y su pureza, le gusta de irse a bailar a otros lares de la música y mezclarse y ensuciarse por ahí, para volver echo un Cristo a casa.