Cuanto más impotentes y abatidos nos podamos sentir así tanto más Dios
se complace en acudir al llamado de quien lo invoca sin importar cuán
alejado se haya estado de Él, en mi ser recuerdo hace ya casi 10 años
cuando el alcoholismo abatía mi vida y clamé por esa liberación, así el
Señor se glorió en mi vida, escuchó mi oración, me liberó y hoy puedo dar
testimonio de ello. Desconozco tu situación hoy, pero de algo estoy
seguro, clama al Señor que él te responderá.