Influencia del padre en la vida de sus hijos - Lazos Paternos - camino de sanación - capitulo 4 audiolibro

Camino de Sanación - Lazos Paternos

05-01-2022 • 7 mins

Influencia del padre en la vida de sus hijos
Padres, no irriten a sus hijos;
al contrario, edúquenlos,
corrigiéndolos y aconsejándolos,
según el Espíritu del Señor.
Efesios 6,4
seamos conscientes o no, nos guste o no nos
guste, nuestros padres han producido un
gran impacto en nuestra vida, han dejado
una profunda impresión sobre el hombre
o la mujer que somos en la actualidad.
26
Independientemente de que nuestro padre haya sido
un hombre cercano o distante, afectuoso o frío, protector o agresivo, él ha dejado, para bien o para mal, huellas en nosotros. Y aunque ya seamos adultos, a pesar de
que no lo veamos tan seguido, o incluso aunque haya
partido de esta vida, puede seguir ejerciendo una gran
influencia sobre nosotros.
En el caso de los hijos varones, es posible que estos
repitan el modelo masculino que en la familia se repite
e imita de una generación a la otra. Y en el caso de las hijas mujeres, en muchos casos definirá la imagen de hombre que atraerá a su vida o que ella misma buscará.
En nuestra cultura nos centramos en la figura de la madre
y en muchos casos se le deja a ella la mayoría del peso de la educación emocional y espiritual de los hijos. Sin embargo, la
presencia del padre es fundamental para la maduración integral de los hijos.
El padre que manifiesta a sus hijos su amor de manera comprensible según las diversas edades, cría hijos
sanos. El padre que enseña a orar a sus hijos, que ora
con ellos, que les transmite el amor a la Eucaristía, a los
demás sacramentos y a la Iglesia, y les comunica los valores religiosos y morales, no sólo con las palabras, sino
ante todo con el ejemplo de su vida, les deja uno de los
legados más valiosos que se puedan recibir.
Estos valores son fundamentales, pues el ser padre biológico no es suficiente para apuntalar a los hijos en su sano desarrollo. El padre debe convertirse en papá y, junto
a la madre, ser responsable de la educación, la forma-
27
ción del carácter, la transmisión de valores y la plasmación de la personalidad.
En ciertas familias aún hoy existe la idea de que el
rol de la madre se vincula más a lo afectivo —mediante
abrazos y actitudes de cariño—, mientras que el padre
es el que pone los límites y se encarga de que se cumplan las reglas. Afortunadamente esta visión ha ido cambiando y cada vez es más frecuente que nos encontremos con padres más comprometidos con lo afectivo, que
no experimentan el miedo a la manifestación de la ternura y a la expresividad del amor, lo cual tiene —y tendrá en las diferentes etapas de la vida— una influencia
benéfica en los hijos.
Cuando un padre se compromete afectivamente con
sus hijos, les está brindando un bagaje de fortaleza que
los hará personas más empáticas, con mayor seguridad
en la vida, con una sexualidad más sana y con mayor autocontrol sobre sus emociones, de modo que podrán conocer mejor sus capacidades, aceptarlas y maximizarlas.
En este sentido, por medio de la oración de reminiscencia
podemos transitar nuevamente el camino de ser hijos, pero no
sólo recordando a nuestro papá terreno, sino sobre todo dejándonos tomar de la mano por nuestro Papá Dios, para recorrer
las diversas etapas de la vida y contemplar los diversos paisajes y situaciones que hemos atravesado.
Nuestro Papá Dios, al tomarnos de la mano, le brindará al niño, al adolescente y al joven que aún habitan
en nuestro corazón adulto la serenidad para mirar los
acontecimientos del pasado con ojos nuevos. Con una
28
paz que viene de Él y que a través del perdón —dirigido
a momentos concretos de la vida— nos permitirá sanar
heridas profundas, pues recibiremos de Él lo que pudo
habernos faltado de nuestro padre terreno.
En los evangelios, Jesús ha querido hablarnos de ese
amor del Padre, y el Espíritu Santo nos ayudará a experimentarlo por medio de la oración. Permitamos, entonces, que la película de nuestra vida con nuestro padre
terreno pase delante de nuestros ojos, pero siempre tomados de la mano afectuosa y contenedora de nuestro
Papá Dios.
“La Gloria de Dios
es que nosotros le reconozcamos
como ‘Padre’,
Dios verdadero”.
Catecismo de la Iglesia Católica, 2780
29
Oración
Papá Dios, soy tu hijo(a)… (di tu nombre),
a quien tú amas profundamente,
al punto de darme la vida,
caminar a mi lado, perdonarme mis faltas,
levantarme cuando caigo y formarme con amor.
En los próximos días, por medio de la lectura,
la reflexión y la oración,
me dispongo a comenzar un camino contigo,
recorriendo de tu mano mi historia personal y familiar,
para que tú sanes las heridas
que pudieron haberse producido
en las diversas etapas de mi vida
en relación con mi papá
y que aún hoy me afectan de algún modo.
Abbà, Papá, este camino interior no lo quiero hacer solo
y tampoco sé si podría hacerlo,
por eso guíame tú, por medio de tu Espíritu de amor,
con tu sabiduría y tu consuelo.
Gracias, Papá,
porque sé que contigo no hay nada que temer.
A tu lado me siento seguro y confiado,
porque tú vienes conmigo.
Amén.