17-01-2023
La fe es tocar lo que somos
La fe es tocar lo que somos
Cuando la visión interior ya es preponderante es necesario reconectar con la visión humana para recordar los condicionamientos y límites que antes compartíamos si es que queremos aportar nuestra acción.
Cuando adquirimos la habilidad de desconectar de lo humano y de entrar en el vacío de nuestro mundo interior terminamos por identificar nuestra verdadera identidad, el lugar de donde bebe nuestra consciencia. Entonces sabemos que ese interior es lo más auténtico, estable y permanente de la verdad es nosotros. Es lo que somos.
Por lo general, hasta que logramos esa unión consciente con nuestro yo interior, el Ser, estamos en un lugar intermedio donde alcanzamos paz y armonía creciente, pero que aun quizás no hemos logrado encontrar nuestro punto de referencia estable y real.
Permanecemos como en una cueva de la paz, respirando y encontrando la cercanía a nuestro hogar.
El viaje humano es una aventura increíble en el finalmente retornaremos a lo que somos.
La vida humana es un querer llegar o lograr lo que anhelamos, realmente de nosotros mismos.
Vemos que durante la vida perseguimos esos anhelos hasta que finalmente comprendemos que todo lo logrado aquí era únicamente un reflejo que sostiene el impulso de la búsqueda, pero que realmente ningún logro satisface plenamente lo que añoramos.
Por ello, y mientras estamos en ese estado intermedio de buscar la verdad en el fondo de nuestros anhelos, necesitamos hacer uso de la “fe”. La que sostiene la idea de que algún día volveremos a lo que interiormente sentimos que existe y añoramos.
Generalmente decimos: “tengo que tener fe, que algún día lograré lo que anhelo”.
Este tipo de fe, cumple una función muy ingenua, pase lo que pase, “tengo que tener fe”.
Todo lo que ocurre en la vida humana es normal, lo bueno y lo malo, la fe no evita la necesidad de que haya que consumir el cuerpo de un animal o una planta para poder vivir.
Parece que todo debería indicarnos que la fe es el recurso imposible ya que nunca lograremos una disposición exterior perfecta, ni de la vía, ni del amor, ni de la amistad, todo efímero y que desaparece.
La fe humana no es más que una utopia tal y como se la toma, realmente un autoengaño para nuestro interior y una forma de manipulación social.
Esa fe nos sirve para estar perdido en un viaje sin fin en lo utópico.
Entonces ¿qué sentido tiene la fe? ¿Qué es la fe?
Es necesario asimilar que no hay que esperar que la vida humana nos lleve a ningún lado añorado. No es posible obtener lo que buscamos en el mundo exterior. No hay meta alguna salvo el que nos marchamos, todos.
Si entendemos esto, buscaremos lo que nos muestre lo que si es real y permanente en nuestro interior, que lo podemos reconocer de ese modo porque se sostiene durante la vida, es el lugar donde si vamos a tocar lo real y es justamente en ese momento que necesitamos creer, tener fe, en que interiormente somos verdad.
Es verdad que no se puede ver el interior, ni tocar, por eso es fe. De este modo esa fe en el interior real que no tocamos se hace cada vez más palpable con nuestra capacidad de sentirnos dentro y lo que era una fe incipiente se convierte en percibir lo real de nuestro Ser interior. Eso es la fe, tocar el interior.
La fe se dirige al conocimiento de uno mismo pero ya no necesitamos nada fuera de nosotros para recuperar nuestra verdadera identidad que es Amor.
La fe ya no es una imaginación es un “CONTACTO” conmigo mismo. La fe reconoce lo que es real en el interior, que empieza de forma muy sutil y acaba siendo más notable que lo que se puede tocar.
La fe es la capacidad de ser, de estar con uno mismo.
Ese contacto nos guía en el proceso hasta que podemos tocar, ver y amar lo que somos.
Así la fe no es otra cosa que Ser.