¿Te imaginas el inmenso poder de una persona que pudiese, a voluntad, desatar la ira de los demás? ¿Hacer que perdiesen los papeles y el control? Pensamos que podemos, voluntaria o involuntariamente, hacer algo a otra persona. Nada más lejos de la realidad. Lo que ocurre dentro del cuerpo y de la mente de otra persona es algo enteramente suyo. Las creencias y sensaciones que se activan en el otro no es algo que podamos controlar ni de lo que seamos responsables. Esta manera de ver las cosas puede parecer muy fría al resto de la gente, habitualmente acostumbrada a ser víctima o verdugo de personas o de circunstancias. Sin embargo, para un líder, no es otra cosa que asumir la total y absoluta responsabilidad de lo que sucede en su interior y permitir que el resto de los mortales tenga la oportunidad de hacer lo mismo.