Ser respetuoso con la arquitectura existente, sobre todo la que tiene carácter histórico, sea patrimonial o no, es esencial, no solo por su carácter testimonial o incluso por el cuidado de los recursos y el medio ambiente, sino porque las interrelaciones entre pasado y presente, entre lo tangible e intangible, mejoran nuestra experiencia del habitar y, por lo tanto, nuestra experiencia vital.
Lo tangible de un lugar y los aspectos intangibles que le dan significado, son valores inseparables y no siempre entrañan una relación armónica, lo que conduce a tensiones que, a través de la arquitectura contemporánea, se debe saber resolver.