Las personas esperan con emoción los pocos días que se tomarán al año para vacacionar y recargar sus fuerzas, para luego, casi siempre prontamente, volver a la rutina cotidiana. Las expectativas suelen ser grandes y entretejen anhelos a veces contrapuestos, buscando emoción y sorpresa, relajamiento y descanso en un ámbito seguro y distinto al espacio cotidiano en donde desarrollan sus vidas.
Estas experiencias están absolutamente ligadas al lugar, de hecho, por allí comienzan los planes, decidiendo un destino. En busca de lugares nuevos, poco explorados o visitados, los edificios se construyen en sitios que obligan a las máximas consideraciones ecológicas, a la creatividad constructiva y el respeto por ámbitos culturales y sociales particulares y frágiles.
Sea en una Isla difícilmente accesible, en medio de la selva húmeda, en el desierto, en pequeños poblados o en una costa alejada, la relación entre el espacio geográfico y el espacio arquitectónico nos permitirá reflexionar sobre la importancia de la experiencia humana, elaborando relaciones entre las distintas escalas contextuales y la experiencia cultural y social.